El fin del mundo, otro de la larga serie de sueños zombies que tengo. Un amigo y yo, universitarios, caminamos tranquilamente por la calle cuando, de repente, un alud de coches y limusinas y motos aparece, y corremos tras unos moteros para ver dónde van, y si es posible que nos lleven a un lugar seguro. Pero no lo es.
-Si queréis sobrevivir, corred. Corred con el ansia maníaca de la rabia, o no sobreviviréis.
Ante tal alarde de lirismo, corremos, corremos con todas nuestras fuerzas porque sabemos que pronto eso se llenará de no muertos y estaremos perdidos.
Y despierto.
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