Sueño #1 Breathless

Sueño recién pescado de esta noche (en la que he soñado dos veces) que me dispongo a redactar mientras mi tostadora de pan obra su milagro. Cabe decir que es un sueño muy desordenado, con grandes lagunas, y si a eso se le suma mi nula memoria, el resultado puede ser terrorífico para cualquier Freud. Aún así, lo intentaré. Así las cosas, me dispongo a apagar la luz.

*

Lo primero que veo es un puente muy estrecho (caben dos pies y medio, puestos verticalmente). Debajo, agua. Oigo voces alrededor pero mis pensamientos solo se centran en "cruzar". He de admitirlo, la situación me es muy incómoda porque padezco de miedo a las alturas. Lo cruzo rápidamente y consigo ver lo que hay a mi alrededor. El puente era fino, finísimo, de unos 30cm. de grosor, hecho que me turba notablemente. Alzo la vista, consigo dejar de obsesionarme por el puente. Estoy en Palma, en un lugar formado por una mezcla de la Muralla y Sa Riera. Estoy en una parte de la muralla (la que esta en el lado donde se encuentra La Seu), al otro lado, cruzado por un torrente idéntico al de “Sa Riera” (en lugar de ese lago cutre con esa fuente que hay realmente), hay una copia exacta de la muralla en la que estoy, como si en el centro del agua hubiera un espejo. Cabe decir, pero, que la otra parte carece de formas verticales y de “volumen”.
De repente, me doy cuenta de que estoy acompañado, unos amigos y amigas están cruzando el puente. Vamos a casa. Curioso es el hecho de que durante todo el sueño los amigos de los que tengo conciencia de que están conmigo, van cambiando. De alguna manera, van cambiando sus caras dependiendo del momento. Ahora mismo no las puedo recordar todas, pero sé que se agrupan por temáticas, es decir: “Amigos de clase”, “Amigos de Barcelona”, “Amigos de dibujo”,... Y así hasta que pasan por mi sueño los máximos representantes de todos mis amigos de cada grupo. Este hecho, pero, solo me sorprende un poco, lo acepto como “normal”.
Me giro, ya están cerca y acaban de cruzar el puente, son dos chicas y un chico. Ahora corresponde la categoría “Amigos de Dibujo” y sus caras van cambiando a medida que se acercan, un cuerpo dice una frase siendo x, después cambia y dice otra siendo y,... De tal modo que estando solo con 4 personas, llego a estar acompañado de todos mis Amigos de Dibujo. Este juego de cambio de personalidades se va repitiendo siempre, durante todo el sueño.
Llegamos al final del puente todos, menos una que no lo cruza porque su casa está más atrás, simplemente quería estar con nosotros aunque tuviera que cruzar semejante peligro de puente que, por cierto, solo me da miedo a mi. Nos despedimos, ella en el borde del puente y nosotros en “tierra firme”. Recuerdo que su rostro no cambiará en todo el sueño, será mi amiga (hace tiempo que no la veo, y tampoco tenemos una relación muy especial, pero antes de ir a dormir recuerdo haber mirado su Facebook) B...
Ya estamos acabando de despedirnos (pero claro, al ir cambiando las cabezas, se despide del mismo cuerpo varias veces) y de repente se me ocurre algo: "Uf! Qué miedo! Debería darse B... prisa porque dentro de poco podrían quitar el puente". Y así ocurre, de repente una señora vestida de azafata se pone en el extremo opuesto del puente, como si estuviera hecha de piedra. Todo se silencia y el puente empieza a cambiar y a moverse hacia otro lado. Todos nos asustamos. B... (que no ha conseguido salir) va lo más rápido que puede hacia la azafata para indicarle que se detenga, pero es peor que el conductor del bus urbano, y nada se puede hacer. Se queda quieta en el puente, de pie, esperando a que se vuelva a posar en otro sitio para volver a casa. Me siento entre poderoso y culpable, mal, por el hecho de que cumpla lo que pensé.
Todos estamos tranquilos. De repente, vuelvo a pensar: "¡Qué peligro! Y si ahora el puente comenzara a plegarse, ¿qué haría? ¡Estando ella quieta se caerá!". Inevitablemente, veo como el puente se pliega lentamente. Empiezo a gritar a B... nadie más se da cuenta de lo que pasa excepto yo, mis otros dos amigos siguen despidiéndose de ella con la mano bajo el cielo de tonos cálidos. De repente, una de los dos se da cuenta y empieza a gritarle, (parece que no han oído mis gritos) pero ya es demasiado tarde y B... cae al mar de manera muy “peliculera”.
Nos ponemos nerviosos. Tenemos que ayudarle. Decidimos bajar hacia la orilla, vamos corriendo. Hay dos caminos para llegar ahí. De repente, uno de los individuos encarna a una amiga mía muy agradable y un poco caprichosa. Se llama O... Ella opta por ir por el camino largo, porque es más divertido. De repente, yo también tengo necesidad de hacerlo y como somos mayoría vamos por allí. No se alcanza a ver el final. Mis amigos cambian, ahora son otro grupo (creo que de Barcelona), y empieza una típica fase de cualquier videojuego de “Sonic”. Vamos todos cogidos de las manos a gran velocidad corriendo por la muralla. De repente, uno de ellos me empuja sin querer (supongo), y caigo abajo, a un foso lleno de palmeras. Vuelvo a aterrorizarme pero en el momento en que piso una palmera, vuelvo al inicio. En la parte superior izquierda de mi campo visual veo que me queda aún una vida. "Es peligroso. Tendremos que ir con cuidado".
Finalmente, conseguimos llegar abajo. La vemos medio ahogándose en el agua cuando de repente sale una socorrista-sirena que va a ayudarla con métodos estrambóticos: por ejemplo, le ahoga la cabeza.
La lleva a la orilla. Enseguida que llegamos a ella y la tocamos, viéndola toser, hay un flash. (El espacio está formado de dimensiones quebradas, y es muy sencillo cambiar de lugar en breves instantes, con un solo paso).

*

Cuando despierto, estoy dentro de una casa. A mi lado todos duermen. Nadie forma parte del grupo de amigos de antes excepto la ahogada, que está viva, durmiendo a mi lado. Los amigos que hay ahora de nada conocen al grupo de antes y mucho menos a la “víctima”, pero la colman de atenciones. Algunos están ahí y solo hacen el burro, uno de ellos apesta y va contagiando su hedor corporal. Me siento incómodo y culpable. Voy ayudando a todos los que están ahí, en un deseo de calmar mi mala conciencia. "Al fin y al cabo se cayó por mi propia culpa". No para de hablar, pero yo no la oigo, solo escucho a los demás compañeros que le ayudan y que se espantas ante sus vivencias. A ratos me parece que no cuenta lo que yo he visto antes, pero tampoco puedo saberlo... Están todos sentados y yo voy de un lado de la casa ajena a otro, buscando cosas para ayudarla desesperadamente. Muy fatigado, me siento en el sofá con ellos, estoy sin aliento. Me incomoda no poder escuchar su relato pero me resigno.
De repente, uno de ésos idiotas que solo hacían el burro en lugar de ayudar, que me incomodan de una manera inmensurable, se presenta. Yo intento levantarme, pero no puedo. Es el del olor nauseabundo. En lugar de cabeza tiene un reloj de cocina. Alza el brazo derecho y nos enseña la hora de su reloj de pulsera, que es la misma que la de su cabeza. Todos se lo miran, no comprenden lo que pasa, yo sí. Me ha contagiado su olor corporal. Huelo mis axilas y me resulta muy extraño que no me huelan, es decir, que su olor se haya contagiado a otras partes de mi cuerpo tales como mi estómago. Mi padre vendrá pronto a buscarme, tengo que quitarme el hedor urgentemente. No sé como hacerlo. De repente veo un abanico y se me ilumina la mente: "si me abanico se irá". Funciona. Me siento muy aliviado.
Mi padre entra por la puerta, he cambiado de casa, ahora estoy en la mía. Veo su reloj, debo despertarme.