sábado, 12 de septiembre de 2009

Sueño... ¿décimoctavo?: See you later, alligator (Pezqueñines no, gracias)

Estoy sentado en una mesa de restaurante de cuatro sillas, todas llenas. Enrente mía está mi primo, y a las otras dos personas no consigo identificarlas.
Todos tenemos una pecera delante, y observamos como dioses cómo los peces van creciendo ante nuestros ojos. Cuando alcanzan una edad suficiente, nos los zampamos.
De entre todos los peces que nos comemos, uno en especial siempre llama nuestra atención. Es un pez gris pequeño con dientes, que en otras latitudes sería llamado piraña pero que en el lugar del restaurante se ve que se llamaba cocodrilo.
Así que estamos sentados comiendo cocodrilos. En un momento dado, llega el camarero para darnos la carta, por lo que deduzco que eso eran los entrantes.
Y vamos a coger el último cocodrilo. Sólo hay uno en cada pecera, y cada vez que nos lo comemos, aparece otro. Por alguna extraña razón, siento una pena enorme al metérmelo en la boca (relacionada, quizá, con el hecho de comérmelo vivo) y mi primo comenta con tristeza que tenía la piel dura.
Asiento, y despierto.

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