Una cala, oscura, con un mar encharcado y negro e indistinguible del cielo. Las rocas son puntiagudas; brillan con una luz naranja y salen del agua como dientes. Observo. Un buque ha quedado encallado en la orilla y los navegantes intentan huir de él, pero sienten demasiado pánico y tropiezan unos con otros. Algunos se destrozan la cabeza en las rocas, otros corren mejor suerte y consiguen trepar por el acantilado. De repente, el agua se remueve. Una sombra más oscura que el agua emerge. El diablo.
Oigo a la gente rezar y excomulgarse porque saben que es el final. El diablo sonríe con sus dientes de sierra y guiña sus ojos amarillos. La tormenta se desata y el barco cruje en mil millones de astillas.
Ajena a la catástrofe, observo el sobre que tengo en las manos y comprendo que todo ha salido como estaba planeado.
Inmediatamente la escena cambia y me encuentro en mi propia casa, sólo que es distinta. Hacía años que no la pisaba, observo cada mueble y cada baldosa con una nostalgia que me resulta inquietante. Encuentro otro sobre y leo la carta que hay dentro. Parecen notas sin sentido, pero hay algo secreto en ellas. Mi amiga la lee y advierte que es la letra de otra amiga nuestra, que tenemos que irla a buscar porque ella tiene la respuesta. No dudo un momento en acompañarla.
Su casa se reduce a una verja. Un jardín lleno de plantas y un rottwelier.
- Vámonos, aquí no hay nada
Y cuando conseguimos encontrarla después de una búsqueda intensiva. La atrapamos y le hacemos confesar. Me siento triunfante y contenta.
- ¿De verdad te lo habías creído?
Mis dos amigas me miran ahora, sonriendo. Y entonces lo comprendo. Traición y mentira, siento todo dar vueltas, y de repente noto que toda la confianza que sentía se desvanece y se convierte en un humo mentiroso e insoportable. Salgo corriendo, estoy en mi balcón, veo las estrellas y la luz de las calles, todo es naranja y negro, todo es una mentira.
Sigo oyendo sus voces.
- ¿Ves? Tu problema es que te lo tomas todo mal.
Me despierto.
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